En una ocasión, durante una comida Fabián y Alfonso, comentaban que el sistema educativo reglado no tiene demasiado sentido. Nos enseñan a muchas cosas, pero desde luego, no a vivir felices. Y el mundo laboral es un gran reflejo de esta epidemia de estrés, ansiedad, depresión, o en muchos casos “Síndrome de Felicidad Aplazada” (la felicidad siempre está en el futuro, cuando tenga un ascenso, un coche, etc. y cuando llega ese momento gozamos de un momento de alegría fugaz, y enseguida volvemos a buscar la felicidad en otro objetivo futuro). Llegamos a la conclusión de que queríamos hacer algo al respecto, poner nuestro granito de arena por dejar un mundo mejor a nuestras hijas.

Ese día, en esa comida, casi sin darnos cuenta, fue cuando nació el Instituto de Actitudes Positivas.

El denominador común de las personas que formamos el Instituto de Actitudes Positivas está claro, compartimos una misma filosofía de vida. Entendemos que la felicidad es un camino, no una meta. Consiste, en primer lugar, en tener claro que es lo importante para ti (es decir, cuáles son tus valores prioritarios). Luego se trata de sentir que estás en el camino adecuado, comportándote de manera coherente a tus propios valores.

En nuestro caso, hay unas cuantas palabras que tienen un sentido muy especial para nosotros:

Soñamos con un mundo más bonito, y tenemos proyectos tan ambiciosos como apasionantes. El cambio ya ha comenzado, en el único lugar en el que podíamos hacerlo, en nosotros mismos. Gracias a ello, están ya naciendo proyectos con el deseo de que faciliten una mayor felicidad y productividad en todos aquellos que tengan la valentía y el compromiso para hacer algo diferente y con sentido.

Esto es sólo el punto de partida, nos comprometemos en continuar generando proyectos que mantengan esta misma filosofía, que sean el reflejo de los valores que nos representan.